lunes, 8 de octubre de 2007

La responsabilidad del mercado y la comunidad: desaparición de los bienes comunes y el mercado

¿Sabía usted que el agua embotellada en Guatemala cuesta aproximadamente 30,0000 veces más que la misma cantidad de agua proveniente del grifo? Increíble, ¿O no? Compruébelo usted: en Panajachel 15,000 litros de agua entubada valen únicamente 5 quetzales, mientras 1 botella salvavidas de 600 ml oscila entre los 4 y 5 quetzales. Hasta hace algunas décadas nuestros abuelos podían tomar agua de una fuente, de un río o un lago en condiciones relativamente higiénicas y sin tener que cuidarse de la contaminación que hoy prevalece en muchos de estos lugares.
Pero, ¿Por qué se privatiza y embotella el agua? La respuesta suele ser que así se asegura al consumidor las condiciones higiénicas al pasar por un control sanitario. Al menos esa es la razón por la que muchas veces yo he comprado una botella de agua.
Pero pecamos de inocentes si pensamos que los fines de un propietario van de la mano con los intereses y valores de la comunidad, más aún cuando se trata de la conservación del medio ambiente. De otra parte, pareciera que el agua como bien común no ha sido debidamente cuidada. Algunos inclusive dirían que esto ilustra “la tragedia del común” o sea una parábola que ilustra por qué los recursos comunes son usados más de lo deseado, porque supuestamente no se le está cobrando al individuo por el uso del recurso. Veamos.
El agua es vital para la vida pero su relación con el mercado va en contravía de esta observación elemental. De acuerdo con un estudio científico del Consejo Para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC por sus siglas en inglés) de EEUU hace algunos años, “el agua embotellada que se vende en los Estados Unidos no es necesariamente más limpia ni más segura para beber que la mayoría de las aguas que salen de los grifos” (Agua Embotellada: Pura o Puro Cuento? http://www.nrdc.org/water/drinking/nbw_sp.asp).
El propietario de un terreno donde hay agua o por donde ésta pasa, puede usar este recurso y dejarlo inservible para el consumo humano trasladando el costo de purificar el agua a terceros, es decir, creando externalidades. La tragedia del común no tiene tanto que ver con que el beneficio individual deteriore el bienestar colectivo sino con la desaparición de una comunidad de valores que regule el uso del bien común, del agua, sin tener que contar con contratos, leyes y sanciones. La existencia de una comunidad que cuida sus recursos y que ve con malos ojos que alguien contamine el agua, suele ser un poderoso agente regulador.
La comunidad hecha de personas que comparten esos valores no necesariamente está en una localidad sino que pueden ser una comunidad imaginada que vela por los recursos naturales, por los bienes comunes. A ella pueden pertenecer empresarios, campesinos, asociaciones de todo tipo que inclusive tienen miembros en otras partes del mundo y velan por los mismos intereses.
Este es el caso de quienes luchan porque el atún que se pesque no conlleve el sacrificio de delfines, comunidad que ha tenido bastante éxito en el mercado y que inclusive a llevado a que algunas marcas de atún se posicionen en el mercado precisamente por ser amables con los delfines. Este bien común, el agua y los delfines, hoy se vuelve crítico con el voto de Guatemala en la cumbre ballenera internacional que se llevará a cabo en Alaska a finales de mayo del presente año 2007, en la que el voto de Guatemala puede determinar el fin o la continuidad de la moratoria en la caza de ballenas.
Una vez más, el interés de los empresarios no coincide con el bienestar de la comunidad. Permitir la caza de las ballenas nos llevará a la insensatez del agua embotellada que cuesta 30000 veces más que el agua del común. El bien común es de todos, por lo que los valores de las comunidades deben de ser tomados en cuenta cuando se hace uso de los mismos con distintos fines. Los mercados no son entes independientes de las comunidades, los mercados son partes de muchas comunidades y en sí son comunidades. Los individuos son parte de comunidades y reflejan sus valores, creencias, ideas, y claro sus preferencias. Seamos nosotros individuos, parte de la comunidad que mira hacia un futuro en el que dejemos de herencia un entorno rico.

Este artículo se escribió para ser publicado en la revista electrónica de la Universidad Francisco Marroquin, econews, pero su contenido no llamo la atención de los editores.

1 comentario:

Cristián Guerra Campo dijo...

No te lo publicaron? me parece bien escrito, como sabrás, en Guatemala tenemos una caduca legislación referida al manejo del agua, de las cuencas de los rios, en general, a su explotación y utilización, existen importantes iniciativas que buscan contrarrestar esto, pero chocan con intereses muy fuertes, de los "dueños y patrones" que les dicen, imaginate, si el problema de la tierra es grave, imaginate el agua... es el problema del futuro parece.
Brillante primera entrada.