lunes, 8 de octubre de 2007

¿Por qué salvo delfines ?



Si no fuera por dos buenos amigos, defensores del libre mercado, nunca me hubiera dado cuenta de lo desconsiderada que he sido al querer hacer algo por salvar delfines. Por ellos me enteré que participar en un movimiento mundial contra la caza de cetáceos presionando simultáneamente a más de 44 embajadas y consulados japoneses para pedir el fin de esta cruel caza, es nada menos que oponerse al desarrollo económico mundial. Abogar por la protección de los delfines disminuye la productividad de este país asiático y es evidentemente innecesario.
Habiendo aprendido esto es posible comenzar a observar de una manera distinta el mundo y me di cuenta de que los seres humano con frecuencia actuamos en contra de nuestros propios intereses. Así, al participar en campañas para defender sectores desvalidos, regular la utilización de recursos naturales o hacer respetar los derechos humanos, entre otras cosas, se pone en juego algo muy importante, la productividad de nuestras comunidades.
Gracias a mis amigos ahora veo el trabajo infantil como un buen ejemplo para ver el impacto negativo que el intentar regular las actividades económicas de una comunidad puede traer. Al acabar con el trabajo infantil se disminuye la fuerza de trabajo, particularmente una muy barata y, con ello, aumenta el costo de la misma. Un fenómeno parecido ocurre con la creciente participación de las mujeres en el mercado de trabajo. Al darle la posibilidad a las mujeres de ver mas allá de los deberes del hogar se esta acabando con el eterno subsidio de mano de obra no remunerada que como amas de casa y madres las mujeres brindan para reproducir la fuerza de trabajo.
Por otro lado, también los acertados comentarios de mis amigos me han permitido ver como cómo se favorecían las industrias que operaban en los campos de concentración alemanes durante la segunda guerra mundial en donde no había que pagar mano de obra lo que definitivamente favorecía la producción. Al terminar la guerra y liberarse los campos de trabajo Alemania se perdió esta situación de mano de obra barata que tanto favorecía el desarrollo económico.
Más allá de la ironía, este último ejemplo, aunque un tanto extremo me llevó a recordar el hecho de que los mercados no son entes independientes de las comunidades, sino que son partes de las comunidades y en sí son comunidades; por lo que reflejan los valores, creencias, ideas y preferencias de las mismas. Nosotros somos individuos en una comunidad, por lo tanto nuestros valores e ideas deberían ser reflejados en nuestros mercados.
Le doy las gracias a estos dos compañeros, porque es por ellos que ahora estoy más segura de lo que hago y porque lo estoy haciendo. Es decir, no pertenezco a la comunidad que piensa que los seres humanos sólo hacemos decisiones racionales para optimizar nuestro bienestar, sino que actuamos a partir de valores que le dan sentido a nuestras vidas con objetivos que no pueden estar sujeto a cálculos tan miopes y egocéntricos. Para muchos, la vida tiene sentido en función de la solidaridad con los otros seres sintientes para evitarles el sufrimiento y asegurar su felicidad.
Las comunidades que participan en el mercado tienen sus valores, quienes compartimos valores de respeto hacia nuestro entorno y lo seres que lo comparten con nosotros, en este caso los delfines, votamos con nuestro dinero y nos expresamos para que se reflejen estos valores. La destrucción causada por el huracán Stan generó crecimiento económico porque hubo que haber gasto en carreteras, puentes, albergues, etc… Solo el crecimiento de la economía no es bueno, tiene que haber un criterio para escoger entre una actividad económica como la industria militar de guerra, funerarias, teatros ó universidades.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

La mentalidad de "pobre" es creer que la única manera de aumentar el bienestar propio es a través de bienes extrínsecos (objetos materiales). Sin embargo, existen bienes intrínsecos a los cuales no les podemos poner precio que también aumentan nuestro bienestar, como el conocimiento. La satisfacción que sin duda obtener de tus sermones y activismo es uno de estos bienes, y negar que actúas racionalmente para obtenerlos es una falacia. Sin embargo ese es tu problema, no el mío.
El problema es cuando tratas de imponer tu opinión como ley.

Anónimo dijo...

Los animales no poseen derechos, ya que poseerlos implicaría que conceptos como criminalidad y agresión deberían de ser igualmente aplicables. Matar a cualquier otra especie no es un crimen ya que el dominio sobre otras especies es uno de los derechos naturales del hombre. Es ridículo decir que el lobo es malvado por que utiliza la agresión contra las vacas. De igual manera, tachar al hombre que como vacas (o en este caso, delfines) de malvado es admitir ignorancia de las condiciones naturales de este mundo. Los conceptos de derechos, agresión y criminalidad solo se aplican a las acciones de un hombre o grupo de hombres contra otros seres humanos.

Anónimo dijo...

¿Por qué esta bien matar a un ratón y no a un delfín?
La hipocresía de los defensores de los derechos de los animales es asombrosa. ¿Supongo que preferirías que la gente que come delfines cambiara su dieta por algo menos dañino, como los granos? La evidencia sugiere que actividades como la cosecha de alfalfa puede reducir en 50% la población de pequeños mamíferos que viven allí. Utilizando el principio de menos daño, estarías moralmente obligada a comer delfines en vez de alfalfa(Modelos sugieren que si solo se consumiera ganado se salvaría la vida de 300 millones de animales anualmente). Sin embargo entiendo que un ratón causa menos ternura en tu corazón que un delfín, y por lo tanto prefieres matar a cientos de ratones por la vida de un delfín.

Anónimo dijo...

Si quieres darle derechos a un ser viviente que no los puede exigir (los delfines), se los tienes que dar a todos, incluyendo plantas, bacterias y otros microorganismos. Si diéramos y respetásemos los derechos de cada ser viviente, la raza humana no sobreviviría por mucho.
Tal vez eso es lo que los activistas de los derechos de los animales quieren, ya que la principal causa de muerte en niños después del hambre es un resultado directo de políticas ambientalistas para proteger a un animal. (Me refiero por supuesto a la prohibición del DDT para proteger a varias especies de aves. Entre los insectos que mataba el pesticida se encontraba el mosquito que porta la malaria, casi erradicado antes de la medida. Ahora la malaria se ha vuelto aun más resistente contra los medicamentos y mata a una persona cada 30 segundos, la gran mayoría de las víctimas son niños menores de 5 años y mujeres embarazadas.)

Anónimo dijo...

Aparte existen inconsistencias en tu nota: Te parece un crimen permitirle a los niños trabajar y por ende obtener una fuente de ingreso, crees que deberían permanecer en la casa. Sin embargo también te parece un crimen NO permitirles a las mujeres trabajar y permanecer en la casa. Los niños también deberían de tener el derecho a trabajar, así como las mujeres y los hombres. (Si crees que los niños no poseen las facultades para decidir si trabajar o no, esta decisión sería relegada a los padres.)

Anónimo dijo...

Repetís varias veces la falacia de la ventana rota (Bastiat te puede ilustrar al respecto) y lo peor es que tratas de adjudicárnoslas a los que estamos a favor del desarrollo. Racionalmente estoy en contra de las guerras y desastres naturales porque al contrario de la creencia popular estas NO SON BUENAS PARA LA ECONOMIA. Podría parecer que estas impulsan la economía pero no se requiere mayor inteligencia para ver por que esto no es cierto, solo se necesita un poco de habilidad para cuestionar lo aceptado e investigación. Moralmente también estoy en contra de las guerras, pero mi moral es eso, mía, y no debo esperar forzarla por los oídos de otras personas.

Anónimo dijo...

Me disculpo por adelantado por las faltas de ortografía, si alguien quiere las fuentes o más información se la puedo dar. Amelia, espero que no te lo tomes personal, pero esta es mi posición al respecto. Si no la quieres aceptar, está bien. Sin embargo, así como yo acepto que debo respetar tu opinión espero igualmente que tú respetes la mía y no me obligues a adoptar la tuya a través del poder coercitivo de la ley.

Perdon por hacerlos leer tanto.